«La discusión siempre incompleta sobre la perentoriedad de una federalización de Españaha quedado atrás y la pandemia está reescribiendo el funcionamiento del Estado de las autonomíaspor la vía de los hechos políticos. Al margen de los reclamados cambios orgánicos en la naturaleza del Senado –para su ansiada conversión en una cámara ciertamente territorial que añada un eje autonómico al poder legislativo– y de las reformas de los estatutos de autonomía, el quehacer político está marcando surcos nuevos.

Y si la coordinación sanitaria ha sido la pionera en reinventar los resortes del engranaje de las soberanías estatales y autonómicas, la aplicación de los fondos europeos lleva camino de acelerar y afianzar esta creativa y sobrevenida federalización y dibujar un funcionamiento político y administrativo nuevo, que en lugar de basarse en un rediseño institucional descansa en el tradicional adagio de que son los pasos –eficientes, desviados o atropellados– y no los ingenieros de caminos los que abren senda. Algo así como una federalización consuetudinaria».

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