«En medio de la extrema dureza de la galerna pandémica que estamos viviendo estos meses, y de la vasta crisis climática y social planetaria, creo que una de las lecciones políticas y morales más fundamentales –y con implicaciones menos reconocidas– es esta: como muchas otras sociedades, la sociedad española, nuestro sistema político y el Sistema Nacional de Salud (SNS) han mostrado enormes fortalezas y han aportado respuestas extraordinariamente solidarias y eficaces ante la ominosa pandemia.

Y a mi juicio una de esas implicaciones menos reconocidas es que lo positivo de esas respuestas es una razón moral y política para pedir valentía y rigor en el análisis y las respuestas a las graves causas subsanables de tanta muerte y ruina. La lógica es elemental, pero algunos la evitan. Pues a veces, cuando se dice que hay que ver las luces y las sombras de las respuestas a la pandemia (siendo ello obvio literalmente), parece que se quiere poner sordina al análisis de los errores: como si los aciertos pudiesen ofenderse por un análisis ecuánime. El ingente esfuerzo que estamos realizando millones de ciudadanos, instituciones, organizaciones y empresas merece —y exige— un análisis riguroso, crítico, constructivo, ambicioso. Muchos pensamos, más concretamente, que es imprescindible progresar por la senda federal hacia Estados más justos, amables y eficientes: más útiles a los ciudadanos y a la vida porque responden mejor a los graves problemas que plantea la velocidad y la complejidad de los procesos que se suceden en el actual mundo interdependiente».

Lee el artículo completo en eldiario.es